El recorrido más pintoresco de Samui que probablemente nunca hayas hecho
Por Zorica
El camino menos apresurado
Si escuchas con atención en la costa sur de Samui, podrías oír el suave roce de las hojas de coco entre sí, o el tenue zumbido de un barco pesquero que se desliza lentamente hacia el horizonte. Es una tranquilidad que perdura —una invitación, en realidad— a alejarse de las brillantes postales de la isla y adentrarse en algo más suave, oculto e infinitamente más gratificante.
La mayoría de los visitantes de Koh Samui se limitan a la circunvalación principal, una arteria concurrida que los transporta desde el resplandor de neón de Chaweng hasta los chiringuitos de playa de Lamai. Pero hay otra ruta: un tramo de carretera menos transitado, que serpentea por los extremos sur y suroeste de la isla, donde el aire está impregnado del aroma del jazmín marino y el mundo, afortunadamente, parece recordar cómo bajar el ritmo.
Déjame llevarte en este viaje, desde Hua Thanon hasta Taling Ngam. Trae tu curiosidad, tu mejor lista de reproducción y, si puedes, una moto o un auto compacto con las ventanillas bajadas.
Hua Thanon: Donde el tiempo no lleva reloj
Nuestro viaje comienza en Hua Thanon, un pueblo pesquero que aún despierta con el sonido de las redes en lugar del pitido de las alertas del móvil. Les recomiendo que se detengan aquí. Paseen por el mercado temprano por la mañana: el aire se llena de cúrcuma y lima kaffir, las manos de los vendedores moviéndose con gracia experta. Se oye la llamada a la oración de una mezquita flotando sobre los tejados, y el mar mismo parece brillar con una especie de satisfacción a la antigua.
Consejo: Prueba los bocaditos de curry o los panqueques de coco fresco del mercado. Los sabores son vibrantes y auténticos, como las sonrisas que te esperan.
El Corredor Verde hacia Laem Set
Pronto, el camino se estrecha y el follaje se espesa. Pasarás por plantaciones de caucho, con los árboles alineados como niños en posición de firmes, y repentinos destellos del mar a través de platanales silvestres. Este es el Corredor Verde, donde la luz del sol salpica el pavimento y el único atasco probablemente sea una manada de búfalos errantes, con sus cencerros tintineando suavemente al cruzar.
Con suerte, percibirás el aroma de la plumeria, dulce y ligeramente picante, en la brisa de la tarde. Aquí, es fácil creer que el alma de la isla reside más en estos momentos de tranquilidad que en cualquier guía turística.
Pagoda Laem Sor: Oro y quietud
Un pequeño desvío lleva a la Pagoda Laem Sor, cuyo dorado reluce contra el azul del Golfo. La arena es gruesa, el agua es poco profunda y cálida, y la mayoría de los días la tendrás casi para ti solo. Siéntate un rato. Observa el lento baile de los cangrejos o cómo la luz del sol se refleja en las baldosas doradas de la pagoda. Se oye el canto de un monje en el aire, casi inaudible, como si la isla misma estuviera meditando.
Perspectiva personal: Este es mi lugar favorito para hacer una pausa con un libro o simplemente para reflexionar. Hay algo que nos enraíza en el silencio, donde hasta las olas parecen tocar tierra de puntillas.
Las bahías secretas de Thong Krut
De vuelta en la carretera, pasarás por Thong Krut, una tranquila aldea donde los barcos pesqueros se mecen en las aguas poco profundas y las marisquerías ofrecen la pesca del día. Si tienes hambre, acércate a una silla de plástico en uno de estos locales frente al mar. El curry probablemente se cocine a fuego lento durante horas, y el pescado se asa sobre cáscaras de coco. El tiempo transcurre de otra manera aquí; más lento, quizás, pero nunca perdido.
Consejo: Pide el curry de cangrejo y disfruta de la puesta de sol mientras saboreas cada bocado agridulce. El cielo aquí ofrece un espectáculo que rivaliza con el de cualquier resort de cinco estrellas.
Taling Ngam: Donde la isla sueña
Al caer la tarde, la carretera entra en Taling Ngam, una zona muy apreciada por los entendidos. Las playas son amplias y tranquilas, enmarcadas por palmeras inclinadas y las siluetas lejanas de las Cinco Islas en el horizonte. Con suerte, puede que se encuentre con una boda o un picnic familiar, o simplemente con el silencio del mar durante la marea baja.
Hay un pequeño templo escondido entre los acantilados y un muelle de madera que se extiende hacia el azul. Sitúate en el borde y contempla cómo la última luz del día se refleja en el agua y la madera. Sentirás, quizás por primera vez, lo que significa no tener prisas, parte del tranquilo ritmo de la isla.
Saborea las pequeñas cosas
Este viaje no se trata de velocidad. Se trata de la forma en que la luz del sol se filtra entre los cocoteros, la suave salinidad que perdura en la piel después de remar, la lenta sonrisa de una abuela vendiendo sandías junto a la carretera. Se trata de encontrar, entre lo cotidiano, el silencio extraordinario que es el verdadero regalo de Samui.
Así que, la próxima vez que estés en la isla, toma la carretera del sur. Déjate llevar. Para a menudo. Pruébalo todo. El alma de Samui te espera, silenciosa, tras la siguiente curva bañada por el sol.
Consejos prácticos para el viaje:
- Mejor época: Temprano en la mañana para disfrutar de una luz suave y un aire fresco, o al final de la tarde para disfrutar de atardeceres dorados.
- Transporte: Un scooter es ágil, pero un coche es más seguro si no estás acostumbrado a las carreteras tailandesas.
- Elementos esenciales: Protector solar, agua y sensación de asombro.
- Etiqueta: Sonría, salude y muestre respeto en los templos y en los pueblos: la calidez de Samui le será devuelta con la misma moneda.
Que tu viaje sea tan hermoso como el camino mismo.
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