El lado oscuro de vivir en Koh Samui del que nadie habla
Hay una hora particular en Koh Samui en la que el mundo se ablanda: justo después de que el sol se esconde tras los cocoteros, cuando el aire huele a mangos maduros y salmuera, y las cigarras comienzan su coro nocturno. En esos momentos, es fácil creer que uno se ha topado con una postal; un lugar que es, sencillamente, el paraíso. Pero como cualquiera que haya vivido bajo estos cielos bordeados de palmeras confesará en silencio, el paraíso tiene sus sombras.
Hoy los invito a explorar conmigo los rincones más escondidos de la vida isleña, esos rincones que no aparecen en Instagram. Detengámonos un rato a la sombra y descubramos las partes de Koh Samui que nadie les cuenta.
El calor que abraza (y a veces sofoca)
Dicen que uno nunca se acostumbra al calor de Samui; simplemente aprende a vivir en él. Al principio, la calidez se siente como un abrazo de amor: reconfortante, lánguido, la excusa perfecta para tardes tranquilas y baños relajantes. Pero cuando llega abril, cuando el sol parece posarse justo sobre el techo, el abrazo se vuelve demasiado fuerte.
Te encontrarás moviéndote con la paciencia de un monje, buscando consuelo en la sombra de un baniano o en el bendito zumbido del aire acondicionado. Las camisas se te pegan a la espalda; el sueño llega a trompicones. Incluso los geckos parecen suspirar, sus chirridos lentos y pesados en la noche calurosa.
Consejo: Invierte en un buen ventilador y adopta la costumbre tailandesa de ducharse con agua fría, tres veces al día si es necesario. Y aprende a amar el café helado local, fuerte como el recuerdo y dulce como el arrepentimiento.
La lluvia, implacable y reveladora
Luego están las lluvias. No son las suaves lloviznas de los cuentos, sino los aguaceros monzónicos que hacen temblar los techos de hojalata y convierten las calles en ríos. El mundo se reduce al espacio bajo tu porche, donde ves cómo el agua se acumula y sube, llevándose las hojas de ayer y, a veces, desgarradoramente, la motoneta de tu vecino.
La luz se apaga, el wifi se apaga, y solo queda la luz de las velas y la conversación. Hay una belleza peculiar aquí, en el silencio de la quietud forzada, pero también frustración. Zapatos empapados, moho que se extiende lentamente por las paredes, y el interminable baile de esquivar charcos.
Consejo: Ten a mano unas cuantas velas y tu libro favorito. Y compra un impermeable resistente: los ponchos frágiles que venden en el 7-Eleven no son rival para las tempestades de Samui.
El costo de vivir en una isla
Los mercados de Koh Samui están repletos de pitahayas y papayas, pero el precio del queso importado o de una buena hogaza de pan puede despertar la nostalgia de casa. Los precios de la isla suelen sorprender a los recién llegados: todo, desde la electricidad hasta los comestibles, conlleva un pequeño "impuesto tropical". Cuanto más lejos se está del continente, más se paga por la comodidad.
Y luego están las pequeñas cosas: las facturas de electricidad erráticas, los viajes tres veces por semana para arreglar un techo con goteras, las reparaciones del scooter después de otro encuentro con un bache.
Consejo: Disfruta de los sabores locales y la comida de temporada: es más barato, más fresco y mucho más reconfortante. Y cuando te entre el antojo, aprende a hacer tu propio pan. Amasar es curiosamente meditativo, sobre todo cuando la lluvia tamborilea en tu ventana.
El dolor silencioso del aislamiento
Hay días en que el mar parece interminable, al igual que la distancia de la familia y los viejos amigos. Vivir en el paraíso puede ser solitario, sobre todo durante los meses más tranquilos, cuando los turistas se van y la isla parece asentarse. La barrera del idioma, los matices culturales, la sensación de ser siempre un invitado a la mesa de alguien más… todo esto puede pesar más que el calor.
Sin embargo, en las horas tranquilas y doradas, también hay espacio para la conexión. Una sonrisa del vendedor de frutas, una risa compartida con un curry quemado, amistades que florecen en los lugares más inesperados.
Consejo: Aprende algunas palabras de tailandés, por muy torpes que sean. Es una llave que abre corazones. Y no tengas miedo de pedir ayuda; otros expatriados suelen estar tan ansiosos de compañía como tú.
La belleza en las sombras
Vivir en Koh Samui no es, como prometen los folletos, unas vacaciones perpetuas. Hay frustraciones y pequeños desamores, días en los que el paraíso parece inalcanzable. Pero en la lucha silenciosa, se encuentra una magia diferente.
Aprendes a saborear la frescura de la brisa monzónica, la risa que resuena en una terraza lluviosa, el sabor del arroz glutinoso con mango comido con los dedos pegajosos. Descubres que el alma de un lugar no solo reside en sus atardeceres, sino también en sus tardes tormentosas y sus días imperfectos.
Así que, si te sientes atraído por esta isla, ven con los ojos y el corazón abiertos. Abraza las sombras y la luz. Porque en Koh Samui, como en la vida, la belleza a menudo se encuentra en lugares que nadie se atreve a mirar.
Que encuentres alegría en la lluvia, paciencia en el calor y amistad en lugares inesperados. Después de todo, el paraíso nunca está tan lejos como a veces parece.
Comentarios (0)
Aún no hay comentarios aquí, ¡puedes ser el primero!