Lo que me hubiera gustado saber antes de visitar Koh Samui

Lo que me hubiera gustado saber antes de visitar Koh Samui: Lecciones de un aficionado al arroz glutinoso con mango

Imagínate esto: bajas del ferry, con la sal en el pelo, una brisa suave te envuelve como un pañuelo de seda. Las palmeras se mecen como si te saludaran. Esta fue mi primera experiencia en Koh Samui, un paraíso tropical que se extiende por el Golfo de Tailandia, perfumado con limoncillo y resonando con las risas de los lugareños. Pero, querido viajero, hay cosas que desearía que alguien me hubiera susurrado al oído antes de aterrizar. Cosas que habrían hecho mi escapada a la isla más placentera, más sabrosa e infinitamente más encantadora. Así que coge tus chanclas y una buena dosis de curiosidad: ¡a sumergirnos!


Cómo desplazarse: scooters, songthaews y el arte de aguantar

Una de las primeras lecciones que comprendí sobre Koh Samui: esta isla es a la vez más grande y, ¿cómo decirlo?,más accidentado de lo que esperaba. La circunvalación principal bordea la costa durante casi 50 kilómetros, serpenteando entre tranquilos cocotales, pueblos bulliciosos y calas secretas. Intenté caminar una vez. Una vez.

Consejo: Alquila una moto si te sientes cómodo (y tienes carnet internacional). Es el pasaporte a la libertad aquí. Prepárate para ir a toda velocidad junto a los lugareños con familias enteras a bordo: el abuelo, la madre, dos niños pequeños y un golden retriever, todos en equilibrio sobre una sola Honda.

¿Prefieres algo con menos adrenalina? Súbete a un Songthaew—un taxi-camión rojo brillante y descapotable. Simplemente pare uno, dígale al conductor su destino y agárrese fuerte. Las tarifas son negociables (y a veces misteriosas), pero forman parte del encanto de la isla.


Problemas climáticos: cuándo empacar tu poncho

Llegué en junio, felizmente ignorante de que el cielo desataría aguaceros bíblicos cada tarde. Los lugareños la llaman la "temporada verde": exuberante, sí, pero también una prueba de fuego para el paraguas.

Mejor época para visitar: De diciembre a marzo, el sol brilla, el mar es cristalino y el aire es un abrazo cálido. Si no te importa un poco de lluvia (y menos gente), de abril a septiembre tiene su propio encanto exuberante.

Consejo profesional: Lleva un impermeable ligero. O haz como yo e invierte en un poncho gigante verde neón de un 7-Eleven. Parecerás una barra luminosa andante, pero te mantendrás seco.


Hallazgos gastronómicos: más allá del Pad Thai

Creía conocer la comida tailandesa, hasta que Koh Samui me lo enseñó. Claro, encontrarás Pad Thai y curry verde, pero los mercados de la isla son una cornucopia de sorpresas. En mi segunda noche, me topé con Mercado nocturno del pueblo de pescadores En Bophut. El aire vibraba con el chisporroteo de los woks y el dulce aroma de los plátanos asados.

Bocados que debes probar:
Khao Niaow Ma Muang (Arroz glutinoso con mango): Mangos regordetes, calentados por el sol, sobre arroz glaseado con coco. ¡Qué cambio de vida!
Som Tam (Ensalada de papaya): Picante, ácido, crujiente: una montaña rusa para las papilas gustativas.
Barbacoas de mariscos frescos: Langostinos del tamaño de tu mano, asados a la perfección ahumada.

Consejo: No te cortes con la comida callejera. Si está lleno de gente local, seguro que estará buena. Eso sí, ten cuidado con el chili: los chefs de Samui no se andan con rodeos.


Templos ocultos y encuentros inesperados

Es fácil dejarse llevar por la vida playera y pasar por alto el lado espiritual de Samui. Una tarde calurosa, una tormenta me sacó de la carretera principal y me adentró en la serenidad de... Templo Plai LaemAquí, una estatua de Guanyin de 18 brazos preside un lago de lotos, y los monjes sonríen mientras caminas con respeto por el wai.

Truco de viaje: Muchos templos prestan pareos gratis, pero es de buena educación llevar el tuyo. Hombros y rodillas cubiertos; créeme, vale la pena el esfuerzo por esos momentos de tranquilidad entre los budas dorados.

Ah, y cuidado con los perros del templo. Es más probable que se echen una siesta en tu camino que que ladren, pero pisar a un cachorro que ronca es algo que todos deberíamos experimentar al menos una vez.


Peculiaridades de la isla: desde toboganes con cascadas hasta dilemas con elefantes

Koh Samui rebosa de aventuras inusuales. Me encontré deslizándome por un tobogán de roca natural en Cascada de Na Muang, emergiendo con moretones y un renovado respeto por la temeridad de los adolescentes tailandeses.

Una palabra sobre los elefantes: Aprendí tarde que no todas las atracciones con animales son iguales. Evita montar en elefante; mejor visita santuarios éticos donde puedas alimentar y bañar a estos gentiles gigantes. Tu conciencia (y los elefantes) te lo agradecerán.


Asuntos de dinero: cajeros automáticos, mercados y el gran juego del regateo

Samui es más caro que Tailandia continental, especialmente en las zonas turísticas. Hay muchos cajeros automáticos, pero cobran una comisión por retirar dinero en el extranjero. Los mercados solo aceptan efectivo, y el regateo es un arte: lúdico, nunca agresivo.

Consejo profesional: Lleva billetes y monedas pequeñas para los mercados y los tuk-tuks. Y si te interesa un pareo tejido a mano, empieza tu oferta a la mitad del precio inicial y luego encuentra un punto intermedio. Todo forma parte de la diversión.


Reflexiones finales: deja que la isla marque tu ritmo

Koh Samui es una lección de despreocupación: de horarios, de expectativas, de la idea de que hay que verlo y hacerlo todo. ¿Algunos de mis mejores recuerdos? Ver llegar una tormenta monzónica desde un destartalado chiringuito de playa, con una cerveza Chang fría en la mano. O charlar con un anciano cultivador de cocos que insistía en que sus cocoteros estaban bendecidos por los espíritus guardianes de la isla.

Así que, empaca tu espíritu aventurero (y quizás ese poncho neón). Dile sí a lo desconocido. Y deja que Koh Samui te revele sus secretos día tras día.

Nos vemos en el mercado nocturno. Yo seré el que lleve arroz glutinoso con mango en la camisa y una sonrisa tan grande como la bahía de Chaweng.

Eoghan Mac Cárthaigh

Eoghan Mac Cárthaigh

Editor de cultura y gastronomía local

Eoghan Mac Cárthaigh es un experimentado escritor de viajes con un don para las artes culinarias y una profunda curiosidad por las tradiciones locales. Con formación en antropología y periodismo, Eoghan ha dedicado los últimos cinco años a desentrañar las historias ocultas tras la vibrante escena gastronómica de Koh Samui y sus tesoros culturales menos conocidos. Conocido entre sus colegas por su gran capacidad de observación y su trato cercano, Eoghan aporta una perspectiva fresca y perspicaz a cada texto que escribe. Sus exploraciones están impulsadas por la autenticidad y un genuino deseo de conectar a los lectores con el alma de la isla.

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