7 mitos sobre Samui que los turistas aún creen

7 mitos sobre Samui que los turistas aún creen

Por Zorica


Hay cierta magia que se aferra a Koh Samui, como el rocío sobre una flor de frangipani al amanecer. La isla, con sus cocos regordetes y buganvillas enmarañadas, siempre ha atraído a quienes buscan el sol y la espiritualidad. Pero a pesar de toda su belleza, Samui a menudo es malinterpretada, envuelta en mitos que se adhieren como granos de arena a la piel bronceada. Hoy, deambulemos por siete de los mitos más persistentes, deteniéndonos en el aroma a limoncillo y el silencio de los cocoteros.


1. “Samui es solo para fiesteros”

Es cierto, Chaweng vibra con bajos y neón al caer la noche. Pero aléjate de la calle principal y encontrarás un Samui más apacible, donde el amanecer trae monjes a pedir limosna y la única banda sonora es el suave remos de las barcas de cola larga. He visto a pescadores remendar redes en Bophut, moviendo sus manos al ritmo de la marea. Si anhelas paz, busca las playas del norte —Mae Nam, Bang Po— o la tranquilidad de un café en la ladera. El secreto de Samui es su capacidad para acoger tanto a juerguistas como a reclusos.

Consejo: Para disfrutar de la tranquilidad, reserve un bungalow en la costa oeste. Allí, el atardecer es menos un espectáculo que una promesa susurrada.


2. “Siempre hay mucha gente”

El mito de los turistas que van de un lado a otro persiste, pero Samui respira estaciones. Visítalo en junio o finales de octubre y encontrarás arenales amplios y vacíos, y mercados donde los vendedores de fruta recuerdan tu nombre. Incluso con la marea alta, puedes agacharte en una calle lateral de Nathon y ver pasar el mundo sin prisas.

Perspectiva: La temporada de lluvias lo tiñe todo de exuberante vegetación y la gente se dispersa. No temas a la llovizna: algunos de mis paseos más memorables han sido bajo un cielo impregnado del aroma del monzón.


3. “La comida es solo para los amantes de las especias”

Si crees que la gastronomía de Samui es monótona, no has disfrutado lo suficiente de un restaurante familiar. Sí, el curry verde tiene su chispa, pero también la suave dulzura del arroz con coco y la reconfortante sensación de los panqueques de plátano en una cabaña de playa. Una vez vi a una abuela en Lamai echar tamarindo a una sopa; su risa era tan cálida como el caldo. Deja que tu paladar explore: encontrarás sabores tan variados como los paisajes de la isla.

Prueba esto: Pide "kao niew mamuang" (arroz glutinoso con mango) en un puesto callejero. La crema de coco es como una nana en la lengua.


4. “Samui solo se trata de playas”

Ah, pero hay un mundo más allá de las olas. Sigue el aroma del incienso hasta Wat Plai Laem, donde cien brazos de Guanyin se alzan hacia el cielo, o camina bajo las copas de los árboles color esmeralda hasta la cascada de Na Muang, donde el agua cae como cintas de seda. He pasado tardes tranquilas en el Pueblo de los Pescadores, viendo a ancianos jugar al ajedrez bajo el susurro de las palmeras, y mañanas en una sala de yoga, con el aire impregnado del canto de los pájaros.

Consejo: Alquila una moto y piérdete. Deja que la carretera te sorprenda con miradores secretos y templos soñolientos.


5. “Es demasiado caro para los mochileros”

Samui tiene muchas caras. Claro que hay resorts con piscinas infinitas y cócteles con nombres de atardeceres, pero también existe la sencilla comodidad de una cabaña de bambú o un dormitorio en un hostal. La comida callejera —pollo en brocheta, arroz glutinoso envuelto en hojas de plátano— cuesta menos que un café en casa. He conocido a viajeros que, atraídos por el ritmo tranquilo y la amabilidad de la isla, logran que sus provisiones duren meses.

Busca: Casas de huéspedes en el interior o en pueblos como Lipa Noi. Tu bolsillo (y tu espíritu) te lo agradecerán.


6. “Todo cierra temprano”

Algunos creen que Samui se duerme al atardecer. Pero la isla tiene su propio ritmo. Los mercados nocturnos florecen bajo las luces de colores, las risas se desbordan desde los puestos de mariscos, mientras los bailarines de fuego dan vueltas en la arena. He entrado en salones de masaje nocturnos donde el aire está impregnado de aceite de lavanda, y me he topado con improvisaciones playeras que duran hasta que las estrellas se cansan.

Sugerencia: Visita el Mercado Nocturno de los Viernes de Fisherman's Village. Solo por los batidos de mango vale la pena quedarse despierto.


7. “Es igual que Phuket”

Samui puede compartir latitud con otras islas, pero tiene alma propia. Aquí, el ritmo es más lento, las colinas más suaves, los cocos más frondosos. El aire huele a jazmín marino y aceite de moto, y hay un discreto orgullo en la forma en que los lugareños cuidan sus jardines o venden sus productos. Tómate tu tiempo para escuchar: las campanas del templo, el ronroneo de un geco, el suave susurro de la marea contra la arena. Samui recompensa a quienes se demoran.

Reflexión final: No la apresures. Deja que Samui se revele, día tras día.


Así que, la próxima vez que escuches estos mitos susurrados con un té helado, sonríe para ti. Ahora lo sabes mejor. Samui no es una postal ni una fiesta, sino una isla con vida propia, que se descubre mejor poco a poco, con todos los sentidos abiertos, listos para sorprenderse.

Zorica Škerlep

Zorica Škerlep

Editor cultural sénior

Con más de tres décadas dedicadas a crear historias y guiar a viajeros curiosos, Zorica Škerlep aporta una rica perspectiva cultural a Samui Love. Apasionada narradora con formación en antropología y periodismo de viajes, ha explorado los rincones menos conocidos del mundo, buscando siempre comprender qué hace único a cada lugar. Su carácter amable y su agudo ojo para los detalles ocultos la convierten en una guía de confianza para lectores deseosos de experimentar Koh Samui más allá de lo común. Es conocida por su enfoque reflexivo, su meticulosa investigación y su habilidad para entrelazar la historia, la gastronomía y las tradiciones locales en narrativas cautivadoras.

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