Cómo me desplacé por Samui sin moto: Días tranquilos en la isla y rutas fortuitas
Si alguna vez has soñado con deslizarte por las carreteras costeras, con las hojas de palmera ondeando en el aire, con el aire impregnado de sal y frangipani, entonces Koh Samui, la isla más querida de Tailandia, podría ya estar en tu imaginación. La mayoría de los viajeros se imaginan aquí a lomos de una moto alquilada, con el viento en el pelo y la libertad al alcance de la mano. Pero ¿qué pasa si no te apasionan las dos ruedas? O quizás, como yo, te inquieta un poco el tráfico de la isla, o simplemente prefieres que tus viajes transcurran con más calma, con espacio para la sorpresa y la amabilidad de los desconocidos.
Permítanme compartir cómo me moví por Samui sin una motocicleta: cómo deambulé por sus sinuosas calles, me detuve en las puertas de los templos y encontré mi camino hacia playas escondidas, todo ello adoptando el suave arte de ir despacio.
Las alegrías (y peculiaridades) de los songthaews
Los songthaews de la isla —esas camionetas rojas brillantes y descapotables— se convirtieron en mis compañeros inseparables. Cada mañana, mientras la luz del sol bañaba los cocotales, paraba uno en la circunvalación principal. Siempre había espacio: un banco de madera, la brisa y la emoción de no saber dónde acabaría.
Los songthaews no son solo un medio de transporte; son una lección de paciencia y serendipia. No hay un horario fijo, pero siempre puedes preguntarle al conductor dónde parar. Mi primer viaje me llevó desde el pueblo pesquero de Bophut (búscalo en Google Maps escribiendo: Pueblo pesquero de Samui) hasta el bullicioso corazón de la playa de Chaweng. A lo largo del camino, los lugareños subían y bajaban, cargados con verduras del mercado, y los niños con uniformes impecables. Me sentí integrado al ritmo de la vida cotidiana.
Consejo: No seas tímido, sonríe, di tu destino y lleva siempre cambio pequeño para el viaje (normalmente entre 50 y 100 baht, dependiendo de la distancia).
Caminando por caminos inesperados
Sin el zumbido de una moto, descubrí el placer de caminar. Temprano por la mañana, paseaba por la tranquila calle hacia la playa de Maenam (búscala en Google Maps escribiendo: Playa de Maenam), con la arena fresca entre los dedos de los pies y los pescadores echando las redes al amanecer. Caminar me daba tiempo para observar cosas: la forma en que los mangos se inclinan hacia el cielo, el aroma a jazmín que llegaba del jardín de un vecino.
A pie, encontré cafés secretos escondidos tras setos de buganvillas, como The Hut Café en Bophut. Allí, me quedé un rato saboreando un arroz glutinoso con mango, mientras la risa del dueño se mezclaba con el canto de los pájaros.
Consejo: Lleva sombrero, protector solar y agua. El sol isleño puede ser intenso, pero la sombra y las sonrisas siempre están presentes.
Cómo llamar a un taxi: con un poco de negociación
Para viajes más largos, o esas tardes lánguidas en las que no me apetecía caminar, paraba un taxi o usaba una app de transporte como Grab. Hay muchos taxis cerca de zonas turísticas como la playa de Chaweng (búscala en Google Maps escribiendo: Playa de Chaweng), pero siempre conviene acordar la tarifa antes de empezar. A veces, era necesario negociar con tacto: un baile de números y gestos educados.
Una vez, después de una puesta de sol de ensueño en Wat Plai Laem (búscalo en Google Maps escribiendo: Wat Plai Laem), compartí un taxi con otros viajeros. Intercambiamos historias mientras las luces de la ciudad se encendían y el conductor nos señalaba su puesto de fideos favorito por el camino. Parecía menos una transacción que una invitación a la vida isleña.
Consejo: Si es posible, mantén el nombre de tu hotel o destino escrito en tailandés. Es un pequeño detalle que facilita el camino.
Explorando en bicicleta
En las mañanas tranquilas, alquilaba una bicicleta en una pequeña tienda cerca de Lamai (búscala en Google Maps escribiendo: Playa Lamai). Recorrer las carreteras secundarias en bicicleta es un placer suave, con el mundo desplegándose a un ritmo humano. Pedaleé entre plantaciones de cocoteros y templos soñolientos, deteniéndome para observar a los búfalos de agua pastar a la sombra.
Las colinas pueden ser desafiantes, pero las recompensas son dulces: una cascada escondida, una tienda de fideos familiar, la repentina visión del mar turquesa entre palmeras ondulantes.
Consejo: Elija rutas a lo largo de la costa o a través de los pueblos para recorridos más planos y fáciles, y lleve siempre agua.
Paseos en barco y visitas a islas
Algunos de mis viajes favoritos no fueron por tierra. Desde el muelle de Big Buddha (búscalo en Google Maps escribiendo: Big Buddha Pier), tomé un barco a Koh Phangan para pasar el día, con el viento del mar enredándome el pelo. Incluso en Samui, las lanchas de cola larga ofrecían pasaje a calas tranquilas inaccesibles por carretera, como Silver Beach (búscalo en Google Maps escribiendo: Silver Beach Samui), donde la arena parecía harina tamizada y el agua rebosaba de posibilidades.
Consejo: Consulta siempre los horarios de regreso del barco y lleva un pareo para protegerte del sol. El mar tiene su propio horario, y es recomendable moverse con las mareas.
Dejar que la isla tome el control
Viajar por Samui sin moto me enseñó a confiar en el ritmo tranquilo y constante de la isla y en la bondad de la gente. Aprendí a quedarme en los lugares, a preguntar direcciones con una sonrisa y a aceptar la ayuda que me ofrecían. Cada día se convirtió en una dulce aventura, llena de pequeñas bondades y descubrimientos.
Así que, si te encuentras en Samui, inseguro o sin prisas, debes saber que hay muchas maneras de desplazarte: en songthaew, a pie, en bicicleta, en barco y con la serena gracia de lo inesperado. A veces, los viajes más enriquecedores no son los más rápidos, sino aquellos en los que la isla tiene tiempo para revelar su alma.
Viajes seguros, dondequiera que tus pies o tus ruedas te lleven.
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