El desayuno buffet más loco de Samui: ¿Vale la pena?
Una suave luz matutina envuelve Koh Samui, delicada como un pañuelo de seda, despertando las playas bordeadas de palmeras y los pueblos pesqueros que han dormido toda la noche. En esta hora dorada, la isla se siente virgen y secreta, incluso cuando está repleta de viajeros curiosos. Y para quienes creemos que un desayuno es más que un simple sustento —un ritual, un recuerdo, un comienzo—, hay una pregunta que persiste por encima de todas: ¿dónde se puede encontrar el desayuno más inolvidable de Samui?
Para muchos, la respuesta se susurra con asombro: el desayuno buffet en El W Koh Samui.
Puedes buscarlo en Google Maps escribiendo: W Koh Samui.
El primer vistazo: un océano de opciones
Entrando en las W La mesa de la cocina, Sentí el silencio de la anticipación. No es simplemente un comedor, sino un pabellón acristalado que se alza sobre el mar, donde la luz del sol se esparce como lentejuelas sobre manteles blancos. El bufé en sí es un espectáculo: un desfile de colores, aromas y texturas tan cautivador que es difícil saber por dónde empezar.
Hay bandejas de frutas tropicales: pitahaya rosada, mango mantecoso, piña cortada en abanicos dorados. Hay cestas de croissants en miniatura, con los bordes crujientes, listos para romperse al tacto. Pero es lo inesperado lo que más me sorprende: rollos de sushi alineados con precisión geométrica, dim sum fresco humeando en cestas de bambú y una estación de comida al momento donde se preparan huevos para convertirlos en tortillas suaves o kai jeow tailandés de bordes crujientes.
Recuerdo que me detuve, abrumado no por la abundancia, sino por la tranquila coreografía de todo: el suave tintineo de las cucharas, las risas de las familias, la forma en que una barista sonreía mientras deslizaba un capuchino de coco por el mostrador, con su espuma marcada con un loto de chocolate.
Sabores locales, toques globales
Lo que distingue a este bufé no es solo su tamaño, sino su alma. Los chefs parecen disfrutar de cada propuesta con un placer pictórico, entrelazando lo local y lo global en una armonía perfecta. Me serví un tazón de broma (Gachas de arroz tailandesas), y mientras revolvía las rodajas de jengibre y un poco de cilantro fresco, pensé en los puestos del mercado que había visitado en Pueblo de pescadores en Bophut la noche anterior, donde se sirvió el mismo plato a los madrugadores.
Puedes buscarlo en Google Maps escribiendo: Fisherman's Village Bophut.
Hay una magia sutil en comer un plato en su lugar de origen. Y, sin embargo, allí estaba yo, con un plato de quesos franceses y una guarnición de pescado a la parrilla al estilo tailandés, todo en una sentada. Es el regalo del bufé: permitirte saborear el mundo, aunque solo sea por una mañana.
Las pequeñas alegrías: café, conversación y brisas marinas
En algún momento entre mi segunda taza de café tostado localmente y mi cautelosa incursión en la sección de repostería (no se pierdan los bollos rellenos de crema pastelera de pandan), me encontré contemplando el Golfo de Tailandia. El horizonte se tambaleaba con el calor, y los barcos pesqueros se mecían en el azul brillante.
Una pareja en la mesa de al lado celebraba su aniversario; un viajero solitario de Melbourne escribía su diario junto a la ventana. En lugares como este, es fácil entablar una conversación, compartir recomendaciones sobre qué vista del amanecer es la mejor (muchos dicen... Playa de Chaweng—busque Chaweng Beach en Google Maps) o qué mercado visitar para comprar arroz glutinoso con mango.
¿Vale la pena? Reflexiones y consejos prácticos
El precio de este desayuno no es nada modesto: prepárate para pagar más de 1000 baht por persona si no te alojas en el hotel. Sin embargo, mientras me detenía durante una hora tranquila y sin prisas, saboreando la última cucharada de pudín de chía y coco, me di cuenta de que algunas comidas son más que solo comida. Son invitaciones a quedarse, a recopilar historias, a contemplar el día transcurrir con suave asombro.
Consejos para disfrutar del desayuno más extravagante de Samui:
– Llegar temprano. El buffet está más fresco (y más tranquilo) justo después de abrir.
– Controle su propio ritmo. Es fácil llenar demasiado el plato; pruebe un poco de todo y vuelva por sus favoritos.
– Pruebe los platos locales. No te pierdas las especialidades tailandesas: se elaboran con cuidado y a menudo contienen ingredientes de temporada de la isla.
– Sumérgete en la vista. Elija una mesa cerca de las ventanas para disfrutar del mejor panorama del océano.
– Reserva con antelación. Los que no se alojan pueden reservar el desayuno, pero es recomendable llamar con antelación, especialmente en temporada alta.
Más allá del buffet: paseos matutinos
Si te apetece, da un paseo después por Playa de Maenam (busca la playa de Maenam en Google Maps), donde la arena se siente fresca bajo tus pies y los cocoteros se inclinan con la marea. O, si buscas tranquilidad, la cercana Templo Plai Laem El templo (busque Wat Plai Laem en Google Maps) es radiante con sus dragones de mosaico y su sereno estanque de lotos, perfecto para aquietar la mente después de tanta abundancia.
Una mañana para recordar
Hay comidas que se desvanecen con el día, y otras que perduran, resonando silenciosamente en la memoria. El desayuno buffet del W Koh Samui es una de estas últimas: un festín no solo para el cuerpo, sino también para el espíritu. En esa mañana radiante, iluminada por el mar, encontré algo inusual: la sensación de que cada bocado era una celebración, cada momento un suave recordatorio para saborear este hermoso y fugaz mundo.
Si te encuentras en Koh Samui, curioso y hambriento, espero que te levantes temprano, abras el apetito y te dejes deslumbrar. A veces, los desayunos más locos son los que más perduran en el corazón.
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